Rebolledo, colegio querido.



Estudié los 6 años de primaria en el Colegio José de Jesús Rebolledo, esa fue una de las metas de mi mamá ya que a ella le hubiera gustado estudiar ahí, me contó que cuando ella era pequeña pasaba por la calle del colegio y le causaba curiosidad debido a sus grandes instalaciones y sobre todo por sus bonitas áreas verdes, además, la institución cuenta con muchas aulas y varias canchas para practicar deporte.

Normalmente sólo había un salón para cada grado, por esa razón, los grupos eran de entre 40 a 45 personas, o incluso hasta más, las maestras tenían que tener mucho control sobre los alumnos para que el aula no fuera un caos. Cabe mencionar que el colegio era católico, así que continuamente éramos vigilados por las monjitas, además de que rezábamos 3 veces al día: al iniciar las clases, a medio día el Ángelus, y al terminar el día escolar. También teníamos clases donde nos enseñaban y explicaban temas relacionados con la biblia, y los viernes asistíamos a misa.

Recuerdo que disfrutaba de las clases y siempre fui una alumna muy aplicada con las actividades y tareas, aunque no era muy fan de estudiar por las tardes en temporada de exámenes, de hecho, sigo sin disfrutar hacerlo y normalmente busco cualquier pretexto para no revisar mis apuntes. A pesar del gran número de alumnos, el ambiente era bastante agradable y el grupo era unido, ya que no solo convivíamos en la escuela, sino que muchas veces nos reuníamos fuera de para celebrar nuestros cumpleaños o alguna ocasión especial.

Muchas veces me quejaba debido a que el horario de la escuela era mayor en comparación al de otras instituciones, esto era por las clases de inglés, artes, computación, canto y catecismo. Actualmente agradezco que mi mamá haya hecho esa inversión en mi educación, ya que no solo me dio herramientas útiles para mi formación, sino que también me hice una persona de bien y con valores, que sabe diferenciar entre lo bueno y lo malo.

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