Amanalli.







 

Mi abuelo dedicó gran parte de su vida a la finca, y uno de sus nietos, Víctor, con quien casualmente compartía nombre, heredó el gusto por la naturaleza, cosecha y crianza de animales, fue por esa razón que él se quedó a cargo de esos terrenos. Durante varios años, se continuó cosechando café, plátano y limón, actualmente también se dedican al cultivo de chiles.

Mi primo, aunque prefiero decirle tío Víctor por la gran diferencia de edad, decidió hacerle unos cambios a una parte de la finca, y lo bautizó como ‘Rancho Amanalli’. La idea principal era hacer un espacio campestre en el que se pudieran realizar diferentes actividades como rápel, tirolesa, recorrido guiado por el resto de la finca, paseos en cuatrimotos y temazcal. Además, se construyeron un par de cabañas para brindar una estancia más placentera, así como 2 albercas y una laguna artificial para poder realizar pesca de mojarra.

Con el paso de los años, mi tío fue adquiriendo diferentes animales como venados, lagartos, mapaches, serpientes, pavorreales, patos, zorros, tortugas, iguanas, gallinas, pájaros, diferentes razas de perros, jabalíes, entre otros. Recuerdo que mi primo Vic y yo disfrutábamos recorrer todo el rancho para ver qué era lo que los animales estaban haciendo, algunas veces ayudábamos a mi tío con el alimento de las especies más nobles, aunque sinceramente, yo prefería sólo observar porque toda la vida he sido muy miedosa.

Cada fin de semana organizábamos una carnita asada con todos los integrantes de mi familia y disfrutábamos de un bonito domingo en la alberca, las tías eran las encargadas de llevar los ingredientes necesarios para cocinar diferentes platillos, mientras tanto, los primos nos divertíamos jugando toda la mañana y parte de la tarde hasta quedar exhaustos. Con el paso de los años, esa costumbre se perdió, pero sin duda alguna tenemos recuerdos muy bonitos en ese lugar, ya que hizo que la familia fuera muy unida en esa época.

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